*

lunes, 12 de octubre de 2015

Dos pasos hacia adelante, cuatro hacia atrás.




Dos pasos hacia adelante, cuatro hacia atrás. Sentir que mejoras, que cada pastilla te ayuda a aguantar un día más. Acabar la semana llorando en la ducha, golpe tras golpe, en un intento de cambiar ese dolor psicológico por uno físico, real. Acabar con las piernas amoratadas, los nudillos sangrando y la mente igual de consumida que el día anterior. La gente, la familia, los amigos... todos sonríen y hablan del gran cambio que has dado, de lo feliz que se te ve ahora, de lo mucho que sonríes, lo animada que te ves, lo mucho que hablas y ríes. ¿Como explicar que al fin y al cabo es todo un mecanismo de defensa? ¿Como explicar que si, estas mejor, ya no tienes esas ganas constantes de desaparecer, de encerrarte y no ver ni saber de nadie, pero sigues sintiéndote vacía por dentro? Sigues sintiendo que no vales nada y que molestas a los de tu alrededor con tu presencia. Que las noches de insomnio siguen presentes y llorar hasta dormirte sigue siendo un hábito, qué las ganas de no despertar te siguen persiguiendo y tu corazón se comprime en tu pecho al ver como sentir y preocuparte por algo o alguien sigue siendo imposible para ti. 

1 comentario:

Irene, dijo...

Duele leerte, pero ya sé algo que haces bien: Escribir. Lo haces realmente bien.
¿Por qué dices que no vales nada? Es evidente que vales. Estoy segura de que eres muy valiosa.
Qué impotencia me hace sentir que las personas más aptas sean las que más se infravaloren.
Ánimo, chica. Aléjate de lo que te haga daño.