¿Quien no ha soñado con desaparecer?

Vi siempre fue una chica un poco extraña, muy madura para su edad decían. Ella simplemente se consideraba una soñadora con vista de artista. Le interesavan aspectos de la vida que sus otros compañeros apenas conocían. Veía la belleza en una flor a medio abrir, en el salir del sol. Amaba perderse en su música desconocida, bien porque era de dos décadas atrás, o bien porque sus bandas no eran el típico reggeton sexista que los demás escuchaban. Y para Vi, el mejor momento de la semana, era esa tarde de domingo donde su única compañía era una manta, una taza de chocolate caliente y aquel libro que la transportaba a otro mundo por unos instantes. Veía la belleza en las cosas simples, disfrutaba con aquello que los demás detestaban, y odiaba lo que los demás amaban. Era diferente, era especial. Una incomprendida. Y aunque poco a poco había acabado aceptándolo y con el paso de los años iba ocultando cada vez menos sus gustos y opiniones, siendo mas ella misma, le faltaba mucho camino por recorrer, y ademas, estaba ese sueño, aquel que la perseguía desde hacía años... Ansiaba escapar, dejar todo atrás e ir a algún lugar remoto, alejado de su hogar actual. Un lugar donde nadie la conociera. Un lugar donde ser ella misma. Deseaba pasear por las calles con Bob Dylan o su amada Lana Del Rey sonando es sus oídos, cámara antigua en mano y que nadie fuera capaz de reconocer aquella joven muchacha con apariencia de los 80 y mentalidad de adulta. Poder escribir, dibujar o leer un libro a plena luz del día, sin tener ese murmuro es la oreja llamándola rara o antisocial. Simplemente, ser libre, libre de decir lo que piensa, de gritar hasta quedarse sin voz, de poder reír por tonterías o llorar si es lo que necesita.

Poder hablar de sus miedos, de sus pensamientos mas oscuros, y que no la miren como si de una loca se tratase...