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miércoles, 5 de febrero de 2014

Paris




Se quedó mirándola como si acabara de ver al amor de su vida, como si dijese la última frase antes de expirar, como si estuviera presa en esa luz que desprendía, tan brillante, tan mágica, con la luna llena detrás, sonriendo, y diciendo que todo saldrías bien. ¿Cómo esa ciudad era tan maravillosa y ella era tan poca cosa? Solo era un ser minúsculo, entre las garras de una ciudad llena de amor. Se veían parejas cogidas de la mano colgando candados en el puente de al lado de esa majestuosa basílica, cuyo nombre creo recordar. La misma iglesia en la que una vez vivió un jorobado, me decían de pequeña. Fuera donde fuera, veía esas luces brillando, le daban fuerza a continuar. Ella cree que jamás volverá a ver algo tan bonito en toda su vida, por eso ese instante es eterno, en ese momento jura que era infinita, como la buena música, como un buen consejo. Le encantaría sentirse presa de la Torre Eiffel una vez más. Sentirse presa de París.


Texto no escrito por mi, sino por una amiga que se estrena en blogger, si os place, pasar a visitar Blog

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